Los oyentes preguntan: ¿Cuál es la historia de Gamonal E.A.T.I.M de Talavera de la Reina?

Pocas localidades hay con el tesón de la Entidad Local Menor, dependiente de Talavera de la Reina, llamada Gamonal.

No es original su nombre que viene de su paisaje, por ser un gamonal un lugar donde abundan los gamones. Una planta de la familia de las liliáceas con flores blancas muy utilizada a lo largo de la historia para curar enfermedades cutáneas.

Tal vez esta es la razón por la que este nombre se repite en la geografía española hasta tres veces en las Islas Canarias: Gamonal (Tenerife) y Hoya Gamonal y Santa Brígida Gamonal (Gran Canaria). Además existen dos Prados de Gamonal en Madrid y un Gamonal de la Sierra en Ávila y un Barrio de Gamonal en Burgos.

Nuestro Gamonal es algo más que un barrio y algo más que una Entidad Local Menor. Esta es la razón que me ha llevado a interesarme por este lugar que un día tuvo el título de municipio.

Cuentan que hay constancia de Gamonal como población desde el año 1456, aunque según las Relaciones de Felipe II se funda como pueblo en las Tierras de Talavera en el año 1557. En este tiempo residían allí 210 vecinos entre los que estaban según el catastro del Marqués de la Ensenada 2 clérigos, un carpintero, un tejedor, un sastre, dos barreros (alfareros), 50 labradores, 40 jornaleros y 30 pobres.

En este tiempo la dehesa boyal de encinas y monte baldío se repartía con los vecinos de Mejorada, Segurilla y Cervera.

En el siglo XVIII los residentes eran en su inmensa mayoría labradores de tierras arrendadas a los vecinos “pudientes” de Talavera de la Reina. Esto les fue acercando cada vez más a Talavera hasta ser considerado un arrabal de la ciudad de la cerámica.

Según los archivos históricos, en 1757 hubo un pleito entre José Sánchez de Ribera y Manuel Sánchez vecinos de Gamonal y familiares de un inquisidor importante, con Mari Ana López Pacheco, marquesa de Villena y vecina de Madrid, por el pago de pan, trigo y cebada con motivo del arrendamiento de las tierras.

Maria Ana, era marquesa de Villena por matrimonio tras casarse con su tío Juan Pablo Francisco López Pacheco Osorio, duque de Escalona, que murió a los 35 años. Ambos tuvieron una hija, Petronila, que murió siendo niña.

La marquesa además lo era de Aguilar de Campoo, Condesa de Alcaudete, de Deleitosa, de Jarandilla, Frenchilla, Villarramiel, Esteban Gormaz y Marquesa de Villar de Gajanejos.

Esta señora propietaria de una gran extensión de las tierras de Gamonal, poseía además tierras en Palencia, Cáceres, Soria y Guadalajara.

Tras quedar viuda de su primer marido en 1748, volvió a casarse con Felipe Neri en 1755 y una tercera vez en 1764 con Manuel José Pacheco Téllez Girón, y aun así murió sin hijos, así que los gamoninos nunca tuvieron un “Señor” que velara por sus bienes, sus tierras o su patrimonio.

Purificación Julián Veneros, defensora a ultranza de las tierras de Gamonal, recapituló una buena colección de datos de lo que ocurrió con Gamonal en los años posteriores

El año 1808 con la invasión francesa los archivos religiosos y civiles del  municipio fueron quemados y las tropas gabachas se acuartelaron en la iglesia destrozando retablos, altares, puertas, y todo lo que encontraron a su paso, además de saquear cuantos bienes de valor guardaba la iglesia entre sus cuatro paredes. Así fue durante un año.

Por allí pasó Pascual Madoz y dejó constancia de la existencia de Gamonal como municipio que albergaba 160 casas que no formaban calles ordenadas y en cuya plaza se encontraba una cruz de hierro y el edificio del Ayuntamiento que había sido destechado por los franceses y reconstruido en 1846. Además explica que muy cerca se encuentra el despoblado de La Zarzuela, lugar de origen de la localidad.

Gamonal no consigue salir de la situación y los años posteriores ve como el progreso ocurre a su alrededor pero no en su seno.

En 1876 el tren llega a Talavera de la Reina y es inaugurado por el rey Alfonso XII, pero Gamonal solo ve pasar los trenes. Un año más tarde ocurre lo mismo con la carretera Madrid-Badajoz.

El 27 de febrero de 1900, diez minutos después de salir la procesión de las ánimas,  se  desplomaron las bóvedas de la iglesia. Por minutos pudo haber sido una auténtica debacle. Durante tres años la casa rectoral hizo las veces de iglesia de la localidad, hasta que se inauguró el nuevo templo.

Es en este momento cuando se instaura, como tradición, la celebración de la fiesta de Acción de Gracias.

Pero si a Gamonal le estaba costando trabajo salir del “hoyo” en el que le había dejado la guerra con los franceses, la dictadura de Franco le dio la puntilla en 1952 cuando en lugar de realizar una inyección económica en la localidad para reactivarla, decidió crear, a menos de 7 kilómetros de allí, un poblado de colonos: Alberche del Caudillo y a menos de diez otro más: Talavera la Nueva.

Para ello no hubo escrúpulos en expropiar tierras y dejar reducido el término de Gamonal a una cuarta parte de lo que originalmente fue.

Tras ello muchos de los gamoninos se desplazaron a vivir a estos poblados y se redujo considerablemente el cobro de impuestos. Con menos vecinos y también menos presupuesto en 1965 el alcalde de la localidad pide la anexión de Gamonal al municipio de Talavera de la Reina y así el 30 de diciembre de 1966 Gamonal deja de ser pueblo para ser barrio de Talavera. Un barrio completamente desatendido durante la etapa franquista que consiguió en 1982 que hubiera luz en sus calles y en 1987 que llegara el agua corriente.

Todo ello llevó a los vecinos a pedir de nuevo su independencia en la década de los 80

Tras muchos esfuerzos, el socialista Benito Garrido consiguió, en el año 2000, que Gamonal fuera una Entidad Local Menor dependiente de Talavera de la Reina, situación en la que permanece actualmente.

Garrido fue su primer alcalde y se mantuvo en el cargo hasta 2011, fecha en la que falleció, no sin antes haber dejado pavimentadas todas las calles de la localidad por primera vez.

Hoy Gamonal acoge en su término municipal el Polígono Industrial Torrehierro y guarda la leyenda de “El niño y el lobo”, pero eso… será otra historia.

P. Moratilla

A Javier Fernández Martín, que despertó en mi la curiosidad por este lugar

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