El viaje de los NUÉGADOS

Es posible que en algún lugar de esta tierra, te hayan ofrecido alguna vez “nuégados”, algo que la Real Academia de la Lengua define como “pasta cocida al horno, hecha con harina, miel y nueces, piñones, almendras, avellanas o cañamones”.

La amplia variedad de posibilidades, puede dar lugar a confusión y también, a diferentes maneras de llamarlos al tratarse, como dicen algunos,  de un plato que cambia de una región a otra, o de una casa a otra. Podemos encontrarlos como “nuégados”; “ñuégados”; “hormigos”; “tortas”; “gerujos” o “derretidos”.

Hay quien los relaciona con la época de “Todos los Santos”; pero también hay lugares donde se les considera un dulce típico de Navidad.

En México dicen que es “un dulce típico chiapaneco que se elabora con bolas de masa de harina de trigo frito en manteca de cerdo y bañados con miel de azúcar, con la que se pegan de 2 en 2 o de 3 en 3 y en ocasiones se espolvorean con azúcar roja”.

En Guatemala las definen como “bolitas de masa frita y cubierta con glaseado de azúcar, características de las fiestas patronales que se venden en pequeñas torres”.

Los salvadoreños dicen que “los buñuelos españoles mutaron en nuégados con yuca americana y miel dulce de panela”.

Todo esto deja la posibilidad de que los “conquistadores” españoles llevaron los nuégados a América Latina, o que por el contrario los trajeron de aquellas tierras.

Pero el origen puede estar en otro lugar porque es evidente que es evidente que miel, azúcar, harina y especias, son el común denominador de los dulces árabes.

En nuestra tierra, Castilla-La Mancha, concretamente en la zona de La Mancha, son un plato típico de la fiesta de Todos los Santos, aunque hay quien lo considera un “falso turrón” que en lugar de almendras lleva bolitas de masa frita. Algo de razón no les falta y el origen puede ir más allá en el tiempo para ser considerado un abuelo del turrón.

Los nuégados de nuestra tierra están elaborados con harina, huevos, aceite de oliva, vinagre, limón y miel. La elaboración es la misma, pero aquí se le da forma de rosca.

P. Moratilla

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